No sabe su nombre, no sabe leer, no sabe escribir, no sabe sumar ni restar. No es ciudadana, no sabe que es género. Apenas habla, ha parido tantas veces como bosteza. Pide pan, monedas, roba y lo chupa por gamba. Es borracha, le gusta el neoprén, duerme en la calle.
La violan, le pegan, la humillan.
Es fea, horriblemente fea; niña-vieja, le faltan dientes, es chica y potona.
La Chepa tiene 17 años y tiene SIDA.
Hace unos días, mientras llovía torrencialmente, me la encontré aferrada a las puertas de la parroquia de Coronel. Las puertas estaban cerradas. Le pregunté qué buscaba- y me dijo:
- ¡Ir al cielito!.
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