"Yo no pongo mi ignorancia en un altar y le llamo dios" Mikhail Bakunin


sábado, 20 de diciembre de 2008

Rural-mente

El manojo de llaves sin una
y el portón campesino cruje
su artritis.
Las vacas vacías de modales
cruzan el potrero de un Dios espanta-pájaros
sin alas.

Una niña llora una canción de barro
y los gallos se suicidan entregándose
a los zorros tendidos en sartenes
cuando los gorriones piensan qué será
del día.

La carreta se detiene junto al portón.
Conversan sobre sus dolores
y se alegran cuando ven caer la llave
en el charco
apagando su control
sin tiempo.

Los 10 Mandamientos

Tomo té. Tomo té Lipton. Lo dejaré.
No bebo Coca-cola.
No bebo gaseosas.
No como con mayonesa.
No como con ketchup.
No como mierda.
No rezo.
No veo tele.
No sé qué es "Farándula".
No trafico nada.
Trato de estar fuera
mirar la mentira por la vitrina
y huir.

Blog

Hace unas semanas hice este blog. No sabía lo que es un blog. Todavía no lo tengo claro. Resulta que internet es una mina empelota, en una pieza oscura.

El Banco del Tiempo

Faltan cinco minutos para las cuatro de la tarde. Un gorrión se baña en un charco en el ante jardín. Está nublado y la gata baja la escalera como un tren descarrilado hacia la cocina.
Tengo 39 y en tres meses 40.
Al lápiz pasta le queda un cuarto de tinta y se me paran los pelos saberlo.

El dormitorio de las narraciones

Una noche soñé como dormían y donde las narraciones que manejan mis naves insulares. Di con el lugar y el como.
Era de noche y un océano de noches viajaba en otra noche junto a la noche de la humanidad (que no es más que una insignificante noche del universo- que tiene trillones de noches océanos llenas de historias) en una carretera tan oscura como los malos deseos del amor. Viajaban sin hablar y leyendo. Era un coche cama.

La otra fiebre

En las noches
de las noches
tengo fiebre
y esa fiebre
es de otras noches
más allá
de las anteriores.

lunes, 15 de diciembre de 2008

VERANO

Darío, Mario y Bárbara.
Bárbara y Darío.
Mario y Bárbara.
Bárbara, Darío y Mario.
Fue en verano.
Y las quemaduras todavía
No cierran.

Tardes Colgantes

Que nos toca
De la tarde
Cuando millones
De melancólicos
Como nosotros
Lanzan su soga
A los nubarrones
Y ella no sabe
Que es
Dividir.

Hambre

Para la cena un muertito que atropelló un camión
Para el desayuno quedan sus sensaciones.

El poder de la Cabeza

¿Acaso tengo el pico muy flaco, flaca?
O te gusta ¿gordo el ejercicio de partirte?
¡mírame!
Cuando te hable mocosa….
Mi cabeza
¡también existe!.

BERTONI

Hundo
El pene en el colchón
Te toco las tetas en la almohada
Me culeo
Yo mismo.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Accesorios de la Muerte

Las mamparas.
Los timbres.
Las campanillas.
Las manillas.
Las bisagras.
Las puertas.
Las cerraduras.
Los llaveros.
Las llaves.
Los pestillos.
Las ventanas.
Las cortinas.
Los seguros.
Las persianas.
Los vidrios.
Los pasillos.
Los cuadros.
Las baldosas.
Los interruptores.
Las ampolletas.
Los enchufes.
Las escaleras.
Los muebles.
Las camas.
Los closet.
Las toallas.
Los colgadores.
Los sillones.
Las sillas.
Los ventiladores.
Los paños de aseo.
Los plomeros.
Los escobillones.
Las enceradoras.
Los destornilladores.
Los alargadores.
La linterna.
La parrilla.
La manguera.
La regadera.
El basurero.
El WC.
El estanque.
La tina.
El lavamanos.
La máquina de afeitar.
Las cremas.
El rusch.
El rimel.
El cole.
El pinche.
La peineta.
Los cepillos.
La pasta dental.
El shampoo.
La cartera.
El maletín.
Los celulares.
Las agendas.
Las billeteras.
Las chequeras.
Las tarjetas.
El cinturón.
Los zapatos.
Los tacos.
Los cordones.
La camisa.
La blusa. El sostén.
Los botones.
Las corbatas.
Las cadenas.
Los relojes.
Las pulseras.
Los anillos.
Los aros.
Los calcetines.
Las medias.
Los calzones.
Los calzoncillos.
Los fósforos.
Los cigarrillos.
Los vasos.
El whisky.
Los condones.
Los sexos.
El lápiz.
El block.
La firma.
La enfermedad.
La muerte.

Monólogo Irreversible

Seguramente pasaremos toda la noche en lo mismo y lo mismo es una tecla de piano que imita un gemido venido en una ola nocturna.
Quien sabe si pueda seguir adelante después de este largo recorrido.
Una nunca sabe donde la micro detiene su andar destartalado y te ofrece la pisadera para echar andar sus engranajes y marcharse. Y tú, tirada en una larga carretera de polvo en un campo semi árido tentada a llorar de rodillas.

Las mochilas no aguantan esa carga. La que cogímos a los 15 y juramos no soltar nunca hasta que los años te muestran en el espejo-juicio lo que queda de tí y tú belleza morena surcada de valles transversales.

A lo lejos de este paraje, se deja intuir entre las lomas una casita de campesinos y me entra una desesperación tan grande que me gustaría ¡dejarte!; ¡abandonarte! a tú puta suerte y entrar en las frazadas de aquel hogar y tomarlos a todos por mi familia y abrazarlos y besarlos y gritar de alegría y ver y sentir que ellos también así lo sienten, pero no será así.

Tengo la tecla gritando y tú silencio mal intencionado corrompiendo la frágil unidad.

¡Soy una cobarde!, una ¡maldita puta cobarde! y tú rostro mañana, me someterá tú discurso de fuerza y lágrimas, (animal) que no me quedan.

Estoy harta de viajar a tú lado como perra callejera y abrir las piernas para que entren todos los hombres que te dan de comer. Usaría la misma fuerza bruta de sus metidas para lancerarte la cabeza y verte vomitar tus últimas imágenes, ¡perro abusivo!.

He sentido tanta fuerza de matarte ¡bastardo!, que DIOS ha dejado de creer en mí porque su iglesia no podría levantar nuevas leyes con ejemplos tan poderosos, tan incendiarios que soy, así, vista como una mujer; la costilla de este animal que me usa, de este pedazo de carne que camina, caga y mea consumiendo la energía de 2600 millones de flores por crecer.

¡Te tengo un odio hijo! : ¡te tengo un odio hijo de puta!, que cuando me tomes de las orejas arrancándome gritos de dolor y me sometas a tú miembro borracho, lo morderé y te recordaré todos los femicidios de la historia humana, ¡cabrón!.

Seguramente, ¡maldito hijo de perra!, cuando te hayas bien muerto y podrido en un pedazo de tierra inerte con tú ácido de cuerpo, seguramente, animal ¡fálico de mierda!, ¡ya!, los libros no tendrán dandy- escritores capaces de radiografiar tu enfermedad degenerativa y nadie, nadie, registrará ni siquiera, como me hiciste sufrir y cuán alejada de aquella ola que arrastra el sonido de esa tecla (que no pude jamás con ella) y que siempre me dejaba llorando con el cuchillo en alto mientras dormías borracho, diciendo: ¡Te amo, Maricón!; ¡no puedo vivir sin ti!.

lunes, 1 de diciembre de 2008

El Inocente

Nosotras somos mujeres extrañas pensaba Valeria.
Sabíamos escuchar como un paño de lágrimas a todo animal en pena y odiar a coro.

Acostumbrábamos tomar oncecita entre todas con una cucha pal té, y algo para el pan.

A nadie del club le calza que él haya cometido los crímenes de esas mujeres.

De hecho, las noches que bebíamos con él, nadie lo entusiasmó con sus cuentos de terror y muerte; él bostezaba y callaba. Ser alguien muy importante no estaba en su libro. Era un pobre diablo que sufría una suerte de injusticia. Su semblante era de una timidez de agredido.

Mañana lo enterraremos junto a Alfonso Alcalde. Es una coincidencia aunque él sabía muy bien quien era Alfonso Alcalde.

La madre de las víctimas asegura haberlo visto merodear el barrio días antes.
Un vecino dijo en la prensa que él las acosaba y las chicas usaban estrategias para salir del edificio sin ser identificadas.

Los cuerpos aparecen descuartizados.
Las muchachas torturadas salvajemente.

A él lo encontraron colgado de un árbol en el mismo sector donde encontraron a los cuerpos.
El caso quedó cerrado.

Nosotras lo acompañaremos en su funeral porque averiguamos que no tiene familia en Tomé.

Pienso que alguna de nosotras le preguntará mentalmente por qué lo hizo. Por qué se suicidó.

Yo, piensa Valeria, le voy a comentar sin alevosía que ellas se lo merecían. Y que nos perdone por no haber advertido sobre sus sentimientos imposibles. Que si lo hubiésemos imaginado, tal vez otro gallo cantaría.